En la clase de biología también escribimos...

15.04.2013 12:47

Este año Conrado ha propuesto a los alumnos escribir relatos sobre el glóbulo rojo, una original y magnífica propuesta que se ha traducido en los siguientes trabajos:

 

Cristina A. Crespo Jiménez:

 

Buenas, soy un glóbulo rojo y acabo de nacer en la médula ósea con otros miles de millones de glóbulos rojos. Nos estamos adentrando en un torrente, el torrente circulatorio. Aquí dentro hay muchísimos más glóbulos rojos. Hemos entrado en el corazón, aurícula derecha, ventrículo derecho y hemos cogido un gran impulso para poder llegar a los pulmones para el intercambio. Vamos por la arteria pulmonar, estamos llegando. Una vez allí unos saquitos llamados alvéolos nos cambian el CO2 por O2, la hemoglobina es la que se encarga de llevarlo. Después de este intercambio, navegamos por la vena pulmonar hasta que lleguemos otra vez al corazón. Este circuito es muy corto y me han dicho que se llama circuito menor o pulmonar. Entramos en el corazón, aurícula izquierda, ventrículo izquierdo y nos da un impulso mucho mayor que el anterior ya que este circuito es más largo, es el circuito mayor. Salimos del corazón por la aorta, la arteria más importante, aparte de otra arteria del corazón, la coronaria. Estamos llegando a los capilares. Son unos conductos muy estrechos que suponen un gran obstáculo para nosotros, pero como tenemos la deformabilidad eritrocitaria nos es más fácil pasar por ellos. Allí intercambiamos el O2 por CO2, y una vez hecho este intercambio nos dirigimos otra vez hacia el corazón por la vena cava para que nos vuelva a dar otro impulso hasta llegar a los pulmones. Si en este paso anterior vienes de la parte superior del cuerpo de intercambiar O2 por CO2 vas al corazón por la vena cava superior; y si vienes de la parte inferior, por la vena cava inferior.

Y así es mi vida, del corazón a los pulmones, de los pulmones al corazón, del corazón a todo el cuerpo y de vuelta al corazón; cambiando CO2 por O2 y O2 por CO2. Así siempre durante 120 días. Después de estos 120 días muero y nacen otros miles de millones de glóbulos rojos más, a no ser que tengas una escasez de éstos, a lo que se llama la enfermedad de la anemia. Si te ocurre esto procura comer alimentos ricos en hierro. A veces incluso recibimos visita de unos seres extraños que reciben el mote de virus, nuestros amigos los glóbulos blancos son los encargados de expulsarlos.

 

 

Mi vida como glóbulo rojo de Jose Carlos Maroto:

 

Yo soy un glóbulo rojo con forma de donut sin agujero en medio, pero me lo paso genial viajando por todas las venas del cuerpo del poseedor de ellas. Provengo de la medula ósea, nuestra reproducción está regulada por la eritropoyetina , que es una hormona producida por el riñón. Éste, según he oído, tiene 10 años y eso no me gusta porque es una edad muy mala, ya que es propensa a hacerse muchas heridas. Un día estaba yo viajando  por los circuitos de las venas y me pasó una cosa horrible: el muchacho se había hecho una herida justo por donde estaba pasando. Pasé mucho miedo porque pensaba que iba a salir al exterior y me moriría. Pero luché y luché sin parar hasta que por fin logré escaparme de esa tragedia.

 

Lo que más me gusta hacer es pasarme por los alveolos de los pulmones porque allí me siento como si hubiera vuelto a nacer, ya que recojo oxígeno y lo llevo al corazón que me bombea, y lo reparto a los tejidos, al cerebro, a los músculos y a los órganos del cuerpo. Esa parte desde los pulmones hasta el corazón es como el principio de una atracción, pero desde el corazón hasta los diferentes lugares del cuerpo es muy divertido porque salgo a propulsión hasta donde llegue y lo más aburrido es subir otra vez hasta los pulmones, cuando subo voy por un sitio diferente por el que bajé, (en vez de ir por las venas, arterias…, que trasportan el oxígeno por la sangre, voy por las que trasportan el dióxido de carbono) por lo que he tenido un problema de que casi me quedo sin aire y me han tenido que llevar a los pulmones los sanitas rojos pero nunca me ha pasado nada malo. Para realizar este camino tengo que pasar por grandes arterias y pequeños capilares por lo que me tengo que plegar y estirarme, y en algunas ocasiones tengo que partirme en dos partes para poder pasar porque hay sitios muy difíciles de pasar.

 

Y todos estos viajes los hago con mi amigo Carglóbulo, que el tío es muy divertido, y nos lo pasamos de miedo llamando a las puertas de los de los glóbulos blancos que nos caen mal, y obstruyendo el paso de otros glóbulos rojos. Un día casi matamos al chaval al que pertenecemos, ya que preparamos un accidente de coches rojos y los glóbulos rojos no podían llegar a su destino por lo que el niño estuvo un minuto debatiéndose entre la vida y la muerte, pero al final no paso nada de nada; se quedó en un susto.

 

En fin, la vida como glóbulo rojo es perfecta, el único problema es que nosotros sólo vivimos unos 120 días y resulta que yo tengo ciento veintiiiiiiiiiii...



Relato de Beatriz de Pablo:

 

Mi nombre es eritrocito. Soy una célula sanguínea muy pequeña, tengo forma de disco, soy de color rojo y contengo hemoglobina. Nací en la médula ósea junto con otros dos millones de glóbulos rojos. En un segundo atravesé unos capilares y me encontré flotando en un líquido amarillento junto con muchísimas células como yo, todas muy apretadas. También había alguna célula distinta, más blanca. Y hasta ahora he estado trabajando. Ahora me encuentro en la aurícula izquierda con mi mochila de hemoglobina cargada de oxígeno. Voy a pasar muy rápido al ventrículo izquierdo para que la válvula mitral no me atrape. A continuación, soy fuertemente impulsado a través de la válvula aórtica y salgo por la gran arteria aorta. Me despido de mis compañeros, pues ellos tienen otro destino y comienzo mi viaje a grandes velocidades hasta el cerebro, atravesando diferentes arterias y después, capilares. Ahora voy a realizar un intercambio con estas células distintas a mi. Yo les doy el oxígeno que transporto y ellas me dan en dióxido de carbono que han producido durante su metabolismo. Me despido mientras atravieso los capilares venosos. Mi color ha oscurecido. Paso por diferentes venas, cada vez más grandes,  hasta llegar a la vena cava que me dirige de nuevo al corazón. Pero esta vez estoy en el otro lado. He terminado el circuito general y ahora voy a realizar el circuito pulmonar. Desde la aurícula derecha, cuando la válvula tricúspide me deje, pasaré al ventrículo derecho. Con otra contracción, mi jefe me hace atravesar otra válvula arterial para pasar a la arteria pulmonar. Esta vez el viaje es más corto pues el destino son los pulmones. Círculo por arterias cada vez más finas hasta los capilares que envuelven los alvéolos. Como la pared es muy delgada, el CO2 que traigo pasa fácilmente al alvéolo para ser expulsado y yo cojo el O2 que pasa a la sangre. Ahora vuelvo a tener un color rojo más brillante. A través de las venas pulmonares  regreso al corazón y entró en la aurícula izquierda, preparado para volver a empezar. Llevo haciendo este circuito tres meses y medio y presiento que ya se me acerca el fin.